jueves, 30 de agosto de 2012

Enfócate en lo malo. Las personas, en su sano y justo intento por ser felices, muchas veces te patearán en el suelo, pero no lo tomes como algo personal. Con una sonrisa en el rostro, intentarán satisfacer sus deseos, o cumplir sus sueños, o llevar a buen término sus proyectos, etcétera, y les importará una mierda lo que desees tú o como te sientas. Pero todos lo hacemos, no te enojes por eso. Cada uno mira sus intereses, y si de las sobras te llega algo, considérate un afortunado. Todos, cuando queremos conseguir algo, ya sea algo material, o satisfacción, o aminorar la culpa, o ganar, buscamos mediante una sonrisa a quienes queremos que nos sirvan como esclavos.

Esto también es una queja, yeah


Digamos que hace dos o tres meses tiempo vengo dándome cuenta de mi lamentable situación: pertenezco a un grupo nada exclusivo de gente despreciable, cuya característica más llamativa (pero que en el fondo no es más que un defecto, algo remediable) es la costumbre adquirida y ya asimilada de ir por la vida quejándose de todas o casi todas las cosas. Sí, así de simple. ¿Puede haber un grupo más detestable de personas? Supongo que no. Estos seres (entre los cuales me incluyo y me seguiré incluyendo hasta que no aplique con éxito todo lo que aquí detallaré) van por la vida con esta actitud miserable como única herramienta de éxito. Sí, la ecuación es inmediata y sencilla: las personas se quejan para tener éxito.

El impulso inicial (o como quiera que se llame) que lleva a la queja es el deseo de tener éxito. Estar por encima del resto, ser el primero, destacar, tener más, ser más, tener la razón, etc., o, en su forma más baja, ser el que más méritos tiene, sobre todo mediante el sufrimiento. Es decir: soy el que más sufre, entonces, estoy por encima del resto en méritos. ¿Cómo demuestro esto y lo pongo de manifiesto en cada momento? Pues quejándome. ¿Qué es la queja sino la forma más básica de dejar en claro que me esforcé por alcanzar lo que tengo, o que, si no lo logré, no fue por falta de capacidades sino porque tuve problemas o dificultades completamente ajenas a mí? La queja rescata de la inutilidad, poniendo de manifiesto que el mundo conspira en mi contra, y que mi falta de méritos no es tal, al contrario: merecería mucho más. 

Ya van mostrándose algunas palabras claves: éxito, sufrimiento, mérito, inutilidad. Habría que agregar, sin duda, envidia y menosprecio (o minimización) del mérito ajeno. Por alguna razón (la cual será el blanco de sofisticadas técnicas de destrucción aún a prueba), creemos en la existencia de una fuerza superior que mira los méritos; mientras más se puedan acaparar, mejor. Todo gira en torno al mérito, y la queja es, sin duda, la herramienta para manejar su distribución. 

El que pierde la mayoría de las veces, casi sistemáticamente, se acostumbra a excusarse (o quejarse), no por puro gusto sino por necesidad; los que ganan ya tienen su paga, son los dueños del mundo, merecen todos los elogios; el resto, nosotros, la mayoría, con las manos vacías, nos amontonamos casi con violencia buscando alcanzar lo único que nos queda: la lástima, es decir, el merecimiento que está detrás del sufrimiento. Lamentablemente, el sufrimiento que da la derrota no basta; y para muchos la vida pasa sin gloria, pero tampoco con la preciada pena que igual da un poco de gloria. ¿Entonces? Alguien que no destaca, y cuyas desgracias son superficiales, está casi destinado a vivir sin mérito alguno, ¡y qué vida más triste la de aquél cuyo esfuerzo nunca es reconocido! Porque, unos más que otros, todos nos levantamos cada mañana y jugamos nuestro juego... ¿por qué nadie nos mira y nos aplaude? ¡Es necesario dejar en claro, ojalá a cada instante, que también nos estamos esforzando! No son nuestros los grandes logros, pero sí los pequeños: estoy aquí soportando este leve frío, y no lo esquivo; pero no se ve lo suficiente, nadie nota mi esfuerzo, entonces hay que decirlo, "hace frío". Y eso es una queja.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Quemar ideas para dejar limpio el patio. Dejar limpio el patio para dejar ideas. Tener ideas para tener algo que colocar en el patio.

Que un hombre es sus secretos,
que lo importante está en lo que se calla,
que lo mejor de la vida es lo que se pierde,
que las oportunidades más exquisitas son las que se dejan pasar.
Que no hay errores,
que nadie gana,
que cada uno tiene su propio camino,
que cada uno camina a su propio ritmo,
que no hay metas,
que todo lo esencial es gratis.
Que la indiferencia entre los opuestos,
que lo que nos interesa es la intensidad.
Que en la medianía está la muerte,
que tenemos que vivir.
Que si no simpatizas con todos, entonces no simpatices con nadie.
Que eres el peor consejero de ti mismo,
que no necesitas consejo,
que nadie tiene autoridad para aconsejar.
Que la queja te resta mérito,
que las conversaciones son una repartición del mérito del dolor,
que todos sufren, cuando sufren,
que todos son valientes, cuando no sufren,
que todos son felices, después de quejarse,
que el mérito nos salvará,
que, sin importar el mérito, todos mueren.
Que sólo sabemos opinar,
que nuestra opinión es irrelevante,
que si no opinamos nos quedamos solos,
que no queremos estar solos,
que las opiniones son el vómito del corazón,
que tienes que tragarte las opiniones si no quieres estar solo,
que nadie quiere estar solo,
que sólo desde la comodidad de la compañía se añora la soledad.
Que estar solo es fácil y triste,
que quien dice querer estar solo, miente,
que quien miente, ha descubierto el truco.
Que un abrazo bien vale tu espíritu.
Que nadie acepta al que es más grande,
que debes mentir para ser aceptado,
que la pequeñez propia nunca podrá verse.
Que los tristes se consuelan inventándose una inteligencia.
Que los felices son tan inteligentes que no caerán en nuestro juego de lástimas.
Que los tímidos no son grandes por dentro,
que los tímidos mienten,
que la esperanza del tímido es la imaginación del que lo contempla.
Que el tímido no abra su corazón, si quiere seguir siendo estimado,
que la estima tiene muchos caminos.
Que lo que existe es la maldad,
que la maldad no es equivocarse,
que la maldad es ???.
Que lo que no existe es lo objetivo,
que la objetividad es lo que nos mantiene seguros,
que nada es seguro.
Que descubrir lo malo es el camino fácil,
que descubrir lo bueno es lo entretenido.
Que contar lo malo es reconfortante,
que contar lo bueno te hace parecer tonto.
Que crecer es equivocarse,
que perder es la meta,
que fracasar es nuestro hogar.
Que todos ellos sólo quieren ser felices,
que tú sólo quieres ser feliz,
que no hay nada especial en ti,
que ser especial no es importante.

martes, 28 de agosto de 2012

Trascendental quibutsiana (probable): descubrir el fuego, nunca atreverse a usarlo, seguir viviendo con toda esa basura en el patio.