domingo, 7 de agosto de 2011

I

1. Mi nueva vida comienza con ideas confusas y soberbias (confusas porque no están aún escritas ((y luego el ácido temor de que no sean más que dos o quizá una o, ¡aléjate de mí, fantasma del Fracaso!, ninguna)) y soberbias por lo que pretenden, es decir, significar algo... ((donde significar quiere decir ser una respuesta, ¡te amamos, Respuesta!))).

2. Las abrazo (a las ideas) y, viejo ya y (aparentemente) experto en estos detalles, abrazo a la vez a la Nada. Y en un segundo suspiro, traduzco: existan o no tales ideas (hayan sido o no exitosas mis más profundas reflexiones) ((haya aprendido o no algo a lo largo de todos estos años)), al final, no me salvarán... ¡Aleluya!

3. ¿Qué me queda sino la exquisita tarea de pensar las cosas, reflexionar, juntar palabras y, casi con solemnidad, dar mi opinión, juzgar mi vida? Un intento de significación (si es que así se dice), de ordenamiento de los hechos, de encadenamiento (o encadenación o como sea que escriba)...

4. Al final, lo de siempre. Si alguien sabe que lo diga: ¿para qué estamos viviendo? Pero para qué tanto dramatismo... (sic) Todos lo sabemos ((((((((en el fondo))))))), ¿por qué nadie quiere decirlo? ¿Por qué tanto pudor? Si alguien sabe decir para qué estamos viviendo, que lo diga por favor, así podría yo tener alguna seguridad de algo, y dejar la Incertidumbre, que jode bastante te diré... 

5. Yo no lo digo (mi porqué) sólo porque no sé decirlo, pero si sé que lo sé, y es una gran Verdad en mi interior. Pero me gustaría que otros lo dijeran (uno de los tantos que sí saben decirlo) ((y el conocimiento de que existen tales personas no viene de alguna experiencia, porque de hecho nunca he conocido a nadie que lo haya dicho y cuya respuesta me haya convencido, sino que también es una Verdad en mi interior, o traducido, un enorme Acto de Fe)).

6. Mi Incertidumbre no es no saberlo (porque lo sé, sé para qué estoy viviendo), sino que nadie lo diga, y ya que la Felicidad y todas esas cosas son convencimientos hijos de la Comparación (y de ahí la necesidad de ver continuamente Infelicidad para ser feliz yo, tema de otra quibutsiana), la idea en realidad no existe, ya que no puedo aprovecharla. En pocas palabras: mi Verdad no me sirve de nada. Soy un inútil, etc. Fracaso, ven a mí. 

7. Sé para qué vivo, pero no logro decírselo a nadie. 

(Y así con todas mis ideas más profundas.)

¡Es tan triste!

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